Hacía un día de frío invernal, estaba acostada en mi cama echando un ojo a cierta red social, cuando vi la foto de una amiga haciendo una postura de yoga entre curiosa, rara, que invitaba al dolor, pero también a intentarlo.
Hubo un debate en su foto, de estos debates eternos de 68 comentarios que no se dan por terminados porque parece que te doblegas ante tu adversario. El titular del debate podría ser “¿El yoga, misticismo aburrido o deporte?” Si yo empecé a hacer yoga fue porque en ese debate me convencieron de que en el yoga se suda y por lo tanto, es una actividad física de rigor, esto es así, si se suda es deporte.
Y de lo que me convencieron también fue de quién debería ser mi profesora. Porque el yoga, dicho así “el yoga” abarca demasiadas cosas, y yo lo que quería era hacer la postura raruna de mi amiga y no estaba preparada para envolverme en un halo de misticismo oriental, que eso son años y años.
Así que marqué mi meta, el yoga como actividad física y me comprometí con ello. Lo demás, los chakras, la meditación, los mantras, la espiritualidad, decidí dejarlos en segundo plano, si llegan llegarán, con todo el respeto que merece para mí la gente que vive el yoga total. La sinceridad con uno mismo es muy importante para poder empezar algo y no abandonarlo.
Del glosario de “términos que uso cada vez que alguien pregunta” hay varios términos fundamentales. El primero es la paciencia. Poquito a poquito y sin forzar os prometo que el cuerpo cambia y evoluciona, pero hay que darle tiempo. Algún día vosotros también expresareis con júbilo la ilusión de haber conseguido hacer esa dichosa postura.
El segundo es la constancia. Sobre todo para no perder paciencia. El cuerpo se va adaptando a las posturas, estiramientos, equilibrios, etc. Con constancia los resultados van llegando y, sobre todo, si vuestro interés es la parte “mental”, la disciplina es fundamental ya que hay que preparar al cuerpo para esta última fase, o fase más exigente.
Y el tercero es desprejuiciarse, porque para mí la idea preconcebida de lo que era o no era el yoga era una barrera que por suerte tiré abajo. Hay muchos tipos de yoga, muchas formas de practicarlo e infinitas maneras de tomárselo, elije por ti mismo.
Yo he crecido 3 cm, soy más elástica, me ha cambiado el cuerpo como no lo había hecho otro deporte, duermo mejor, tengo más energía, tengo más equilibrio, pero, sobre todo, he aprendido a olvidarme de aquello no me aporta (nada bueno). Y, por supuesto, he conseguido hacer la postura de la foto 😉
Querido yoga, soy tu fan.
Un saludo, Susana.
PD. Podéis participar en nuestro grupo de aficionados al yoga en Espacio Arroelo.
Qué casualidad, estaba buscando un hueco para acabar de escribir un post de como el Yoga salvó mi vida, por segunda vez 😉
Tienes que venirte a Espacio Arroelo a nuestro club de aficionados 🙂
Genial Susana!!!! tenéis que hacer un grupo de mañana, yo por las tardes trabajo y me encantaría participar en vuestro club de aficionados!!! 🙂
Me declaro fan del yoga desde que empecé y en Arroelo es inmejorable!
Su, nuestra maestra… nuestra guía… y nuestra retadora!!