En este apartado queremos dar cabida a reflexiones e ideas de todos aquellos que forman parte de nuestra comunidad.
Hoy es el turno de nuestra coworker Lorena Arévalo de Til Driatíco.
(Algunas) cosas que debemos evitar a la hora de ponernos a trabajar en nuestra identidad visual.
- Mezclar muchos conceptos. Antes de ponerte a diseñar, necesitas un concepto. ¿Ese “uno” puede englobar varias ideas? Sí, claro, pero tratar de integrar todos los aspectos de tu proyecto en una misma imagen puede quedar un poco forzado, y con toda probabilidad, caótico (¡ojo!, hay quien lo consigue, y con gran éxito, pero no es lo habitual). Por eso lo ideal es tener bien definido el concepto central que queremos traducir a un lenguaje visual. Empieza siempre por aquí.
- Limitarte a hacer algo “bonito”. Por suerte estamos en un momento en el que lo estético recupera su valor: las cosas bonitas triunfan. Sin embargo, este no debe ser el único criterio a la hora de diseñar un logo: tan importante como la imagen es la idea de proyecto que hay detrás, y la primera debe ser siempre un reflejo de la segunda.
- Hacer algo que se parezca a algo que ya existe. Dejando a un lado el tema plagio (que nos puede traer algún que otro quebradero de cabeza, y la verdad, es poco elegante), lo cierto es que el principal inconveniente de diseñar un logo parecido a otro ya existente es que el nuestro pierde totalmente su función: identificar nuestro proyecto.
- Escoger algo (colores, formas, fondos) “porque te gusta”. ¿Tienes que sentirte cómoda/o con tu logo? Por supuesto. ¿Debe ser de tu agrado? Faltaría más. ¿Debe gustar también a tus públicos? Pues casi que sí, ¿no? Por eso, “que te guste”, siendo algo fundamental, no debería ser tu único criterio… piensa que existen otros muchos factores a tener en cuenta.
- Olvidar a tu público objetivo. Como decíamos, aunque tus gustos son muy importante en este proceso, debes tener en cuenta que, como en toda comunicación, tú emites y tu público recibe. Procura que entiendan tu mensaje hablando su mismo idioma (visual, se entiende).
- Empezar a hacerlo sin tener clara tu idea de proyecto. Esto es como empezar la casa por el tejado… corres el riesgo de que cuando quieras construir la base no encaje con lo que ya tienes hecho (por no hablar de las posibilidades, más que probables, de que se caiga todo abajo). Define primero tu idea, y luego traduce esa idea en una identidad visual acorde.
- Hacer un logo de compleja aplicación. Piensa que lo más probable, si todo va bien, es que tu logo no se limite a figurar en el pulcrísimo fondo blanco de una web, sobre una base sin textura, a 300ppp. Posiblemente ese logo necesitará diversas aplicaciones: tarjetas, carteles, folletos, cajas… Por eso, procura diseñar un logo cuyos colores, figuras, tamaños, etc. sean fácilmente adaptables sobre otras superficies, con otros fondos y otras medidas.
- Utilizar criterios perecederos. Las modas van y vienen, eso lo sabemos. No se trata de crear un logotipo que responda a los academicistas cánones clásicos del buen gusto (entre otras cosas, porque es muy posible que esas pautas no encajen con tu proyecto), pero es importante tener cuidado con las tendencias a la hora de diseñar una imagen con la que esperamos seguir trabajando, al menos, a medio plazo.
- Menospreciar la tipografía. Esto no requiere mucha explicación: la tipografía es un elemento clave de tu identidad visual, y tras su elección debe haber, también, un proceso de reflexión.
- Ignorar las reglas del diseño. No vamos a decir que el diseño sea una ciencia exacta, pero estaremos de acuerdo en que existen una serie de pautas que, tras mucho ensayo-error (y entendiendo que lo que sirve hoy tal vez no sea válido el día de mañana, y viceversa), podemos asumir como “fiables”. Consúltalas, valóralas, y en la medida de lo posible, aunque con flexibilidad, aplícalas.
Un abrazo,
Lorena.
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