En este blog compartimos reflexiones de todos los que forman parte de nuestra comunidad.
Hoy es el turno de nuestra coworker Sandra Fernández de Legum Abogados.
La respuesta siempre es la misma: “¿Coworking?, ¿Qué es eso?”, seguido de un “Para un abogado no vale”. He dicho. Se acabó el análisis y la discusión (como cuando los jueces nos paran en sala con un “letrada, no procede. Punto”). Y esas son las consecuencias de haber elegido una profesión que se desarrolla en un mundo (el jurídico) que avanza 10 veces más lento que el resto de la humanidad. Donde los cambios asustan y las innovaciones son expulsadas de entrada sin darle oportunidad a presentarse (con pequeñas excepciones). Afortunadamente, algunos brotes jóvenes asumimos que la profesión debe cambiar y a la fuerza tendremos que bajar del pedestal de corbata, maletín y juzgados, para dar entrada a nuevas formas de trabajar que nos acerquen a la gente y a sus problemas reales.
Sin duda debemos saber de leyes, jurisprudencia, negociación y todas esas cosas. Somos lo que somos y eso no cambiará. Pero además, nuestra formación puede enriquecerse en cuestión de minutos rodeado de esas cabezas de coworkers que son como avisperos en ebullición y que no pararán de sorprenderme. 5 minutos en el office con África y Óscar para concluir que una simple pizarra en el pasillo con una frase escrita puede desbloquearnos ante un trabajo que se nos atraviesa o dar esperanza a alguien angustiado: “Si el plan A no funciona, el abecedario tiene 26 letras más”. ¿Entre qué artículos del Código Civil y el Penal habría llegado a esa conclusión en la soledad de un despacho individual? Yo os lo digo: ninguno.
Y es que puede que se trate de una forma innovadora de trabajar, que a ti, cliente, te parezca que se perderá ese halo de solemnidad que hay en la relación con tu abogado. Pero te puedo asegurar, que los miedos se irán y la tranquilidad llegará a tu estómago cuando al abrir la puerta de Michelena 11-3º te reciban los preciosos ojos de Tania, la amabilidad de J, la simpatía de María, la sonrisa de África o la inmensa cadena de virtudes que tiene cada coworker. En ese momento, verás que además de haber venido a ver a un abogado que cogerá las riendas de tu problema, estarás entrando en una oportunidad.
Un abrazo.
Sandra Fernández
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