«Aprendiendo que todo es bienvenida» por Celia Gradín.

By 02/03/2016Blog
6225530793_5cee65a95c_zY es que aparte de todos los datos científicos, los mil argumentos de por qué es bueno meditar, las ganas que tenemos todos de ser mejores, un poco mejores, o, al menos, considerarnos a nosotros mismos como «buenas personas», la cuestión es que todos nos sentimos perdidos a la hora de explicarnos a nosotros mismos (no ya a los otros) quiénes somos. De explicarnos.
 
¿Quién soy en realidad?
¿El que se levanta con ganas de volverse a meter en la cama cuanto antes?. ¿El que ríe, despreocupado, en el medio de la ola de alegría del grupito recién formado, en medio de la excitación y las expectativas de más conexión, de estar a punto de encontrar «algo»? ¿El que busca, desesperado, día a día, sin saber lo que busca? ¿El que se aburre? ¿El que se engancha a lo primero o la primera que pase? ¿El que sólo piensa en el trabajo para atontarse, azuzarse y no perder la comba de lo que está pasando en el mundo?¿El que se avergüenza de aquello que no se atreve ni a pensar, recordar qué fue lo que ocurrió/sigue ocurriendo?
 
Nos cuesta bastante esfuerzo digerirnos. ¿Cómo podemos pretender que nos entiendan si nosotros mismos no conseguimos hacerlo? El Budismo nos habla de que sólo por el hecho de estar vivos ya estamos sufriendo permanentemente. Porque tenemos frío, calor, hambre, inseguridad, estamos tristes o con miedo de perder nuestra felicidad. Porque estamos vivos, sufrimos.
 
Y es que, realmente, lo único que tenemos de auténtico y genuino son todas estas inquietudes, aburrimientos, risas, desesperaciones, vacíos existenciales, miedos, alegrías, enganches. Ahí estamos todos, sin excepción. Así que ése es nuestro punto de partida, el único punto de partida que tenemos. El punto de partida para llegar a nosotros mismos. 
 
Y ahí empezamos: dando la bienvenida. 
Dándonos la bienvenida:
Bienvenido miedo, que me haces sentir.
Bienvenida ansiedad, que me lleva hacia mi.
Bienvenidas alegrías, que me hacen sonreír.
Bienvenido aburrimiento, que no me dejas aburrir
Bienvenido sufrimiento, que me pones en contacto conmigo…
 
Besos desde ahí, en el fondo,

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