Si entendemos al liderazgo como la capacidad para conectarse con los corazones y las mentes de los demás, a fin de inspirarlos hacia el resultado deseado, es imposible no pensar que de alguna forma todos tenemos que cultivar el líder que hay dentro de nosotros…
¿Qué harías si un perfecto extraño, apenas después de 45 minutos de conversación, te ofreciera vivir en su casa gratuitamente a cambio de que le hables en español?
Una simple pregunta, su respuesta y la manera de vincularla en la retórica profesional pueden marcar la diferencia a la hora de apuntarte logros en el escenario laboral.
El ritmo de los negocios y de la vida moderna exige que encontremos la forma más efectiva de comunicar. La clave a la hora de transmitir información radica en hacerlo de tal manera que pueda dejarse una impresión contundente en la audiencia, para que esas personas deseen sumarse a las ideas que les proponemos.
Como expositores (bien seamos asesores, vendedores, jefes o miembros de un equipo) nuestro objetivo debe ser inspirar al público hacia un resultado deseado. En otras palabras, la meta no es simplemente dar información, sino lograr que nuestros interlocutores “respiren” nuestra pasión, energía y visión, para así despertar en ellos una motivación intrínseca que favorezca decisiones y acciones a nuestro favor.
Una audiencia motivada facilita mucho el trabajo, y para hacerlo contamos con una herramienta tan antigua como efectiva. Durante más de 27.000 años contar historias ha sido un método de comunicación fundamental, se trata de una habilidad que trasciende el idioma, la cultura y las fronteras geográficas; es universal y pertinente en casi todas las situaciones comunicacionales.
Así como la ciencia ha demostrado que nuestros cerebros están equipados para escuchar y contar historias, el tiempo ha probado que lo hacemos efectivamente desde la época de las primeras pinturas en las cavernas. En tal sentido, la doctora Pamela Rutledge, quien desde hace más de 30 años estudia la comunicación persuasiva y la eficiencia de los mensajes, señala que “las historias simbolizan la forma en que pensamos, cómo le damos sentido a la vida. Llámense esquemas, guiones, mapas cognitivos, modelos mentales, metáforas o narrativas, las historias son la forma que usamos para explicar cómo funcionan las cosas, cómo tomamos decisiones, cómo persuadimos a otros, cómo comprendemos nuestro lugar en el mundo y definimos y enseñamos los valores sociales.”
Incluir historias personales en el discurso profesional es una estrategia muy potente. Sin duda, todos tenemos anécdotas o experiencias que podemos usar para respaldar nuestros mensajes clave. Piensa por un momento: qué no saben los demás acerca de ti y que si lo supieran conectarían contigo de una forma más auténtica y sólida.
Usar nuestras propias historias de manera estratégica a la hora de comunicar permite inspirar a quien escucha y ayuda a construir confianza. En el caso de una presentación, si le preguntamos al expositor cuál es el objetivo de la misma, normalmente responde “explicar” – es decir, “necesito comunicar esta información” o “necesito comunicar este mensaje”. El problema es que la “explicación” o la “comunicación” muchas veces carecen de pasión. Si esa es la única intención, podría caerse inconscientemente en la monotonía o en un estado de poca energía.
De allí la importancia de las historias y de encontrar un propósito apasionado para nuestra comunicación, una intención que llegue a la audiencia y pueda generar un determinado efecto en ella. Esto supone, ante todo, trabajar la presencia de liderazgo, llegar a un nivel de autoconocimiento que nos permita aprovechar nuestras fortalezas y experiencia. Practicar y darle rienda suelta a la creatividad hacen parte del proceso.
¿Algunos tips?
- Limita tu presentación a un máximo de tres ideas principales.
- Revive la historia de manera visceral. Eso permite que el público se conecte. emocionalmente con el contenido y la experiencia.
- Proporciona muchos detalles sensoriales; por ejemplo, mostrar qué sabor, olor, aspecto, sonido, sensación táctil, tenían las cosas.
- Usa el tiempo presente para darle más fuerza a la historia.
- Involucra a tu audiencia.
- Innova: ¡lánzate al agua!
Precisamente para practicar técnicas de comunicación que nos permitan contar historias inspiradoras, hemos organizado un taller sobre comunicación efectiva en el que haremos ejercicios para aprender a integrar experiencias de vida e información, de manera de construir un mensaje potente que nos ayude a lograr nuestros objetivos. Si te apetece saber más al respecto puedes revisar los detalles aquí.
Por cierto, acepté la propuesta del extraño que terminó siendo un gran amigo. Viví nueve meses en Alemania sin pagar alquiler, hice un revelador curso intensivo de alemán, conocí gente maravillosa de distintos países, aprendí mucho sobre mí misma, sobre otra cultura y sobre la importancia de un “por qué no” como puerta a nuevas oportunidades de enriquecimiento personal y profesional. En fin, que no me comió el lobo!
Moraleja: estar abiertos y esperar lo mejor es el primer paso para que cosas buenas sucedan.
Colorín clorado, este post se ha acabado.
Sandra Barral
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